Psicoanalisis en el cine

TRABAJO PRESENTADO POR:
NICOLAS NAVAS GONZALEZ
JOSE ALEJANDRO GONZALEZ
El psicoanálisis del cine

El psicoanálisis construyó en los años 70 uno de los grandes principios que contribuyeron a cambiar la sensibilidad con la que el espectador era estudiado. Durante la posguerra los estudios se enfocaron en comportamiento del espectador y la respuesta que este tenía ante la gran pantalla. Partiendo de aquí surgen tres vías: la primera, es analizar los procedimientos discursivos, es decir, captar una verdad más profunda que no esta puesta a modo de mensaje explícito, ósea captar aquello que está bajo la superficie. La segunda vía es la examinación de las analogías entre el filme y los sueños, una semejanza la cual autores como Lebovici expresan que tanto el cine como el pensamiento onírico tienen generalmente un caracter visual el cual rompe todo vínculo espacio-temporal en donde se dan saltos entre las imágenes. Según los teóricos del psicoanálisis como Lacan, las disolvencias y cambios de plano se asemejan y quieren replicar la forma en que percibimos los sueños. Además de que el espectador de cine puede ser comparado con el sujeto que sueña en donde la noche simula la oscuridad de la sala de proyección, el abandono psicológico a la inmersión para la interpretación de la percepción y la irrealidad de las imágenes reafirman esta comparación la cual termina siendo una experiencia dinámica la cual desencadena en un fenómeno que altera nuestra vida psíquica y se retroalimentan según Musatti, debido a que ciertas partes de la película las terminamos soñando e igualmente los sueños inspiran algunos filmes. La tercera vía se enmarca en los medios para llegar a ciertos núcleos secretos que buscan provocar en el espectador neurosis o psicosis, dando aproximaciones a ciertos estados que de algún otro modo sería imposible. Una vía que señala que es el sujeto quien se auto representa y representa su experiencia social, sus antecedentes y sus raíces.

La relación del sujeto con la cadena de su discurso como lo designa la palabra sutura de la noción lacaniana comprende la función resonante del cine. Cada escena, se prolonga más allá de la pantalla, un eco que resuena en el sujeto-espectador que esta involucrado en convertir ese espacio ausente al cual se accede por medio de la imagen, en un mundo recorrible, que cobra un momento de significado. En efecto, la sutura es esa abolición del ausente y transformarlo en un espacio imaginariamente poblado, que asume una consistencia que la hace estar allí. Jean Louis Baudry explica la identificación de los efectos ideológicos producidos por el cine en donde el espectador asume en el filme un nuevo yo, se reconstruye y revive como un sujeto nuevo, que durante la película vive lo que el director le ha expuesto y que no crea retroalimentación a la historia planteada esto gracias al trabajo de ocultamiento de la representación que se asume como realidad. El espectador solo mira, asumiendo que hace parte de la historia, donde es el único que mira a través de la cuarta pared, invisible ante los actores.

Thierry Kuntzel señala como trabajo fílmico al conjunto de recuperaciones, transformaciones y camuflajes que para resumirlo circulan de un estado a otro con sus ganancias y pérdidas e implica también constituirse como texto audiovisual, en donde se condensa y se desplazan las figuras de significación junto con sus significados. En conclusión es un conjunto de escenas limitadas, en donde unos actores son vistos pero no ven, retomando el término de la “cuarta pared”, la cual encierra un espacio hipotético que nunca se deja ver y desde la cual es vista. Bellour por su parte, en su análisis del cine clásico a finales de los años 70 observa que el cine clásico propone una estructura basada en un juego continuo de equilibrio y desequilibrio gracias a la presencia de los factores como: la rima, la sustitución y la ruptura. Una estructura que gira en torno a algo que no cuadra, y termina cuando las cosas se disponen a encajar, un proceso rítmico hecho de repeticiones y variaciones que irrumpen subitamente, pero que se integran de manera sucesiva. El cine según Metz se rige por una pasión perceptiva, que representa lo que parece existir, pero al mismo tiempo no está. Al mostrar el mundo en imágenes, nos lo enseña y nos lo niega, en donde lo inaccesible se vuelve deseable. Un voyeurismo que impulsa el deseo a ver lo que ocurre en la pantalla, en donde su fetiche es el cine en su estado físico que evoca una identificación psíquica con el deseo de conocer lo que se nos ofrece como sustituto de esa realidad perdida.